Hablar de la Amazonía y hablar de la Amazonía colombiana es muy común, creo que todos alguna vez lo hemos hecho directa o indirectamente; pero ¿qué ha quedado de las muchas conversaciones al respecto? Está claro que cada individuo sólo no puede hacer mucho, pero colectiva e institucionalmente las acciones pueden ser más efectivas.
Para que hagamos un contexto, es importante recordar algunos datos básicos: los departamentos que integran la Amazonía colombiana son: Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés; pero también tienen parte de su territorio en esta región: Nariño, Cauca, Meta y Vichada. La región amazónica colombiana equivale al 41,8 % del territorio nacional; ese porcentaje puede ser aproximadamente 50,35 millones de hectáreas de las que el 85 % es bosque tropical. Para definir mejor el contexto, cuando nos referimos a la Amazonía colombiana estamos hablando del 6 % de la Amazonía total.
¿Las decisiones sobre la Amazonía están bajo la responsabilidad de los nueve países que hacen parte de ella geográficamente? Si es así, sería de gran importancia que estas decisiones sean concertadas, para navegar en la misma dirección. Como es posible, que no se tenga claro cuáles son los países que son parte geográfica de la Amazonía, los mencionamos, solo para que recordemos de cuales estamos hablando: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam, Brasil (que tiene la mayor parte con el 63,7 % de la extensión) y además, se incluye el territorio de ultramar de la Guayana Francesa.
Entre los 40 millones de habitantes que aproximadamente hay en la Amazonía, tenemos 385 pueblos indígenas y tribales diferentes, estos pueblos y tribus hablan cerca de 86 lenguas y 650 dialectos. Decimos que todas estas cifras son aproximadas porque se considera que hay 71 pueblos indígenas que viven en completo aislamiento.
Una vez referenciado el contexto total, regresemos a ese 6 % de Amazonía que le corresponde a Colombia; de acuerdo con las afirmaciones de los expertos se considera que la Amazonía colombiana alberga una alta diversidad de flora y fauna; solo por referencia se citan algunas cifras: 674 especies de aves, 158 anfibios, 195 reptiles, 212 mamíferos, 753 peces y más de 6300 especies de plantas.
Igualmente, en la Amazonía colombiana pueden vivir aproximadamente 1.150.000 personas, correspondería al 2,4 % de la población colombiana; estas cifras no son precisas porque no tenemos claro cuál es la población de los pueblos indígenas y especialmente, los pueblos indígenas nómadas, que recorren la selva y que hacen parte de nuestro país en algunos periodos de sus desplazamientos. Esa población, cuenta entre los 40 millones de habitantes que tiene toda la Amazonía.
El mayor número de pobladores de la región amazónica colombiana son colonos, personas que inicialmente llegaron armados de hacha y machete para derribar la selva y hacer fincas, generalmente no por su gusto sino porque la presión en otras regiones los fue empujando a sitios donde la tierra no fuera costosa y especialmente para colonizar, de alguna manera movidos por la alucinación de las tierras sin dueño, (los baldíos de la nación).
Esos colonos se dedicaron a sembrar maíz y plátano, entre otros cultivos de pan coger, que en la mayoría de los casos, apenas si era suficiente para sobrevivir. Años después apareció el narcotráfico, especialmente con la coca; que se convirtió en la alternativa económica para esas comunidades desfavorecidas y sin ayuda suficiente por parte de las instituciones y del estado. Además, muchas personas con espíritu aventurero vieron en la coca una posibilidad de hacer fortuna y se fueron a vivir en la Amazonía; hoy por hoy, con coca o sin coca también hacen parte de ella, es decir los colonos se multiplicaron atraídos por -el dinero fácil cultivando coca-, no obstante, antes de la coca hubo otras bonanzas que ayudaron a deteriorar la Amazonía, el caucho, el cedro, entre otras no tan reconocidas.
El estado y la sociedad no habitante de la Amazonía han descargado la responsabilidad del cuidado y las culpas por su deterioro en las personas que la habitan, olvidando que quienes respiramos el aire que la Amazonía oxigena, directa o indirectamente, disfrutamos de sus beneficios y también nos corresponde parte de esa responsabilidad.
Tomado de Agrosavia.